Sendero La Garganta del Capitán

La Garganta del Capitán es un lugar mítico entre la juventud algecireña de los años 70 y 80. En aquella época empezábamos el camino desde La Bajadilla. Seguíamos por el llano de La Junquera, hoy avenida Aguamarina, hasta tropezar con las vías del tren. Entonces atravesábamos La Rejanosa sin entrar en el alcornocal, hasta llegar a la carretera de El Cobre a Los Barrios. La cruzábamos y al otro lado empezaba un carril que, hoy en día, sigue ahí. Lo tomamos. Subimos una loma, llegamos a un arroyo que baja desde la garganta de la Santa, lo cruzamos, otro repecho y otra bajada hasta llegar al arroyo Botafuegos.

Cruzando el riachuelo hay una vereda hasta la poza grande de la garganta. Si no lo cruzamos podemos llegar, primero, al tajo donde está enterrado el capitán que da nombre a la garganta. Y si seguimos vereda arriba, hasta la poza de la presa. El arroyo es el centro de un canuto parecido al del río de la Miel. Lo cubre un bosque de ribera de alisos, quejigos, avellanillo, laurel, ojaranzo, helecho real, y, a pocos metros del cauce, alcornoques. Existen junto al cauce ruinas de molinos harineros que en otro tiempo utilizaron su caudal permanente para moler trigo. Entre grandes rocas que han bajado rodando por el cajón del arroyo, y otras que el trasiego turbulento de las aguas han ido limando, se compone un abrupto panorama que invita a saltar de piedra en piedra, o a vadear la orilla disfrutando de los erguidos alisos o los suaves avellanillos. La belleza del lugar deja extasiado al caminante más exigente y en verano la sombra del bosque de galería es una delicia de frescura para el que huye del calor agobiante. Más separados del cajón del arroyo está el Llano de las tumbas, en el que encontramos tajos y rocas de gran tamaño con huecos excavados en tiempos prehistóricos con formas humanas.